Add parallel Print Page Options

Un día Acab le dijo a Nabot:

—Dame tu viñedo para convertirlo en una huerta. Tu viñedo está justo al lado de mi palacio. En su lugar, yo te daré un viñedo mejor, o si prefieres, te pagaré el valor en dinero.

Nabot le contestó:

—¡Qué el SEÑOR no lo permita! Jamás te daré el viñedo que es la tierra que heredé de mi familia.

Así que Acab regresó a casa furioso y de mal humor, porque no le había gustado lo que le había dicho Nabot, el hombre de Jezrel, quien dijo que no le iba a dar la tierra que había heredado de su familia. Acab se acostó y no quería ver a nadie ni comer nada.

Read full chapter